“A Miranda lo dejamos solo”

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La senadora (s) del Frente Amplio Graciela Villar cree que le será difícil quitarse la “etiqueta” que le quedó de la campaña, que el partido aún “está aprendiendo” a seguirle el ritmo al gobierno y que Javier Miranda no fue “rodeado y potenciado” por los sectores y las bases: “Lo dejamos solo”.  Por Agustín Zabala

Fotos: Frente Amplio

Graciela Villar asumió la semana pasada en la Cámara de Senadores en suplencia de Mario Bergara, pero la aparición de varios contagios de Covid-19 en las diferentes bancadas, hizo suspender las sesiones, y el trabajo que pudo desarrollar fue poco. Cree que al Frente Amplio le faltó una “visión de clases más profunda”, que no pudo leer el descontento de las capas medias, debilitó el “vínculo natural” con la Universidad de la República y que no “decodificó” los reclamos que llegaban desde el interior del país.

También explica que señalarla a ella o a Daniel Martínez como responsables de la derrota electoral, es “tan barato” como responsabilizar a Javier Miranda del desenlace de noviembre y de la falta de liderazgo. Para ella, la autocrítica de la fuerza de izquierda deberá laudarse antes de que se comience a pensar en quién o quiénes dirigirán al partido en los próximos años. A continuación, un resumen de la entrevista con Revista Martes.

¿En qué ejes cree que puede  aportar a la bancada del Frente Amplio?

La bancada femenina está trabajando muchísimo, sobre todo con los aspectos de la crisis y el impacto sobre las mujeres. Trabajar en esa dirección para ver si podemos generar políticas públicas más importantes de las que se generaron a partir del Presupuesto que se votó. Y seguir trabajando en ese ámbito, de seguir profundizando en algunas líneas de trabajo.

Han pasado muchos meses desde que culminó el ciclo electoral y que el Frente Amplio inició su proceso interno de autocrítica, ¿en qué momento de ese proceso se está hoy?

«Yo era una figura desconocida para los grandes medios, eso es indudable. En ese aspecto hubo algunas cuestiones que se pudieron haber hecho mucho mejor, pero no encontramos ese tono»

Estamos consensuando el documento que será el definitivo. Los procesos de autocrítica no se laudan con un documento, son procesos más activos y dialecticos, pero por lo menos va a ser una síntesis que nos condicione en esas visiones comunes que tenemos con respecto a la derrota electoral, y una valoración de los quince años de gobierno, pero sobre todo que nos sirvan como plataforma para el desarrollo de las perspectivas de lo que está por venir. Creo que eso es lo más importante.

¿En qué puntos se coincide?

Hay un marco de coincidencia general. Hay algunas valoraciones que ya son parte del debate permanente que el Frente Amplio tiene para algunos temas, pero somos contestes de que nos despegamos de la sociedad, de que los primeros cinco años tuvieron un fuerte impacto en las políticas públicas, que en el segundo se avanzó, pero en el tercero hubo un enlentecimiento importante. Que perdimos el vínculo con el interior y, sobre todo, con las organizaciones que representan al interior en torno a lo rural, que nos ha costado mucho no ser un representante del área metropolitana, y que hay realidades en el Uruguay profundo que no las interpretamos cabalmente, o no con todos los insumos. Que hubo errores en la campaña electoral -si bien no es el énfasis- de haber perdido después de quince años de gobierno, obviamente los hubo.

Creo que subestimamos a esta nueva coalición que es más de derecha que de centro derecha, como son tradicionalmente los partidos tradicionales en el Uruguay. Creo que hay un cumulo de coincidencias, que van a permitir a grandes rasgos poder hacer una síntesis.

Una de las razones que esgrime el FA como consecuencia de la derrota fue su incapacidad de leer la sociedad. ¿Qué sociedad leía el Frente Amplio y por qué erró en dónde mirar?

Creo que no tuvimos una visión de clases más profunda, que hubo un descontento importante en las capas medias, que debilitamos ese vínculo natural que tuvimos desde el origen con la Universidad de la República, y con la intelectualidad uruguaya, creo que hubo varios traspiés. Creo que el ejercicio del gobierno nos encontró mucho más en la gestión que en el hacer política, y fue lo que hizo que perdiéramos ese feedback que se genera cuando estás en contacto con la sociedad. Que el ejercicio del gobierno te limita es obvio, pero que hicimos poca política y nos dedicamos mucho a la gestión también. Es parte de la valoración que hay que hacer.

Quedó como un Frente Amplio endogámico, mirándose para adentro…

Sí. Demasiado mirando hacia la gestión de gobierno, y no a si esa gestión de gobierno era realmente tomada y apropiada por la sociedad en su conjunto.

Hablaba de que este documento de consenso también hace mención a la campaña. Usted particularmente ¿hace un proceso de autocrítica en la campaña que hicieron con Martínez?

Con el diario del lunes todos somos los mejores directores técnicos del país. Lo que está claro es que cuando lanzamos la campaña era la performance más baja del Frente Amplio en sus ciclos electorales. Estábamos en un veinte, avanzamos hacia un cuarenta por ciento; que podíamos haber hecho muchas cosas mejores, por supuesto, ahora lo puedo decir. En aquel momento fue difícil, se generaron malestares internos que tuvieron que ver con la elección de la vicepresidenta, aunque también es verdad que Daniel (Martínez) fue elegido democráticamente por los frenteamplistas en una elección interna. Creo que no ajustamos bien la batería, producto de que no habíamos hecho valoraciones anteriores.

Esto del balotaje quizás se centró demasiado en las dos figuras masculinas, que confrontaban y donde las mujeres, que éramos por primera vez una formula paritaria, no jugamos un rol más destacado. Quizás éramos nosotros una formula muy montevideana. Yo era una figura desconocida para los grandes medios, eso es indudable. En ese aspecto hubo algunas cuestiones que se pudieron haber hecho mucho mejor, pero no encontramos ese tono. Creo que la reformulación de un proyecto sobre la base de lo que habíamos hecho, de lo cual nos sentimos muy orgullosos, no alcanzaba en esta etapa para la sociedad.

En algunas entrevistas decía que no había salido en los medios porque su rol fue recorrer el interior ¿cree que logró el objetivo?

Creo que sí. Que la síntesis es muy buena. Tomé la recorrida pueblo a pueblo en serio, no fue que estuve en las ciudades. Hice gran parte de esa campaña sola, y fue un baño de realidad, de cómo había que decodificar nuestro lenguaje a las diferentes realidades. Creo que Uruguay tiene 19 realidades diferentes, en los poblados de 3.000 o 4000 personas. Creo que logré una contienda importante que me permitió abrir la cabeza, decodificar algunas cuestiones que daba por hechas, de cómo la gente no se apropió de algunas transformaciones que fueron muy importantes, porque sus urgencias locales eran otras. Creo que aprendí mucho, y espero poder volcarlos ahora en la interna del propio Frente Amplio y su vinculación con esto de rehacerse a sí mismo para poder reinventar un nuevo proyecto.

Y en ese proceso que hizo, ¿cree que pudo sacarse la etiqueta que se le colocó al principio de la campaña?

¿De ser una sesentista?

Sí.

No, no me la voy a quitar nunca (risas). Quedé matrizada. Ya me ven y ven en mí una vieja radical. Más allá de que yo sé que tengo un discurso muy fuerte y que soy una mujer de izquierda, también tengo una historia en Asamblea Uruguay que legitima que a la hora de negociar, acordar y buscar el camino del medio he estado siempre dispuesta. Tengo un discurso en donde no le pongo cargas negativas a algunas palabras, que no son insultantes, sino que definen mi postura.

«Quedé matrizada. Ya me ven y ven en mí una vieja radical. Más allá de que yo sé que tengo un discurso muy fuerte y que soy una mujer de izquierda, también tengo una historia en Asamblea Uruguay que legitima que a la hora de negociar, acordar y buscar el camino del medio he estado siempre dispuesta»

Como oligarquía, por ejemplo.

Puede parecer un término demodé, pero sigue siendo un término que define grupos de poder que inciden en gobiernos para lograr sus propias ventajas, sobre todo grupos económicos. En un mundo cada vez más desigual, capaz que ahora son los medios tecnológicos Google, Facebook, los grandes dueños de los medios, y no llevan este nombre. Seguimos viviendo en un mundo desigual, donde los poderosos inciden para sacar ventaja de los distintos Estados.

Había dicho también que el tiempo tal vez le daba la razón. ¿Le está dando la razón?

No sé si en el término exacto de oligarquía. Sí creo que el gobierno lo ha expresado con meridiana claridad: está apostando a los malla oro y no al pelotón. Creo que el Presupuesto y la propia Ley de Urgente Consideración blinda intereses de algunos sectores, en desmedro de la generalidad de la población. No sé si exactamente entra dentro de esa definición, pero sin lugar a duda si analizás el intento de derogar la ley de medios es sin lugar a duda darle entrada a los dueños históricos de los medios de comunicación a nivel nacional. La apuesta por los malla oro en un escenario de emergencia sanitaria y de pandemia, está debilitando al pelotón sin que haya medidas claras para contener esta situación.

El Frente Amplio es oposición sin haber terminado el ciclo de autocrítica. ¿Cree que la oposición que está haciendo el Frente Amplio es la correcta?

«La apuesta por los malla oro en un escenario de emergencia sanitaria y de pandemia, está debilitando al pelotón sin que haya medidas claras para contener esta situación»

Yo creo que sí, porque en definitiva el Frente Amplio toma el camino de la oposición responsable, teniendo en cuenta no solo su proceso interno sino el escenario que se plantea a partir del 13 de marzo. El 13 de marzo plantea un cambio a nivel mundial en las relaciones de los países y exige crítica con propuesta. Es lo que estamos tratando de hacer. Además, supone ratificar lo que dijimos en todo nuestro discurso: que la democracia no es un medio, es un fin en sí mismo. Y debemos fortalecerla.  

¿Cómo evalúa el liderazgo de Javier Miranda? ¿Le da responsabilidad en este proceso de desacumulación política?

Volvemos a lo que decíamos con relación a la campaña. Javier surge de una elección democrática del Frente Amplio, y yo creo que más responsables hemos sido los sectores y las propias bases de no rodear y potenciar a la presidencia del Frente Amplio. Creo que a Javier lo que le faltó fue tener apoyos importantes de parte de los grandes sectores y de la representación de las bases. Creo que quedó al frente de esta fuerza política en una instancia electoral muy solo, pero ya venía de antes. Eso hay que asumirlo como responsabilidad colectiva, y si eso no lo podés valorar dentro de la autocrítica, me parece que hacer responsable a una persona es muy barato. En realidad, lo dejamos solo.

Creo que a Javier lo que le faltó fue tener apoyos importantes de parte de los grandes sectores y de la representación de las bases (…) me parece que hacer responsable a una persona es muy barato. En realidad, lo dejamos solo

Estamos en una instancia que tenemos que problematizar la discusión. Sea quien sea el presidente del Frente Amplio, sino está rodeado y apoyado por los sectores y los representantes de las bases -que tienen mucha incidencia dentro del partido- vamos a tener gobiernos en soledad. Y no importa que venga Mandrake. Tiene que ver con que a la presidencia del Frente Amplio hay que respaldarla sea quien sea el compañero o la compañera que surja.

¿Qué va a hacer Fuerza Renovadora?

La pandemia ha cambiado todo el calendario de actividades que teníamos planeado. La elección del congreso, que es vital para laudar la autocrítica, y el posterior llamado de elecciones. Hasta que no se laude ese tema es difícil tomar postura. Nuestra postura es que no importe qué formulación haya para la presidencia, si es unipersonal o triunvirato, sino que tiene ver con la discusión de qué Frente queremos y para qué lo queremos.

¿Y qué Frente Amplio se quiere?

Yo quiero un Frente Amplio renovado, desde su vinculación con la sociedad, que tenga una flexibilización mayor en su estructura, que permita que esa masa de frenteamplistas que no integran la estructura tengan voz, quiero que haya un frenteamplista un voto. Quiero un Frente Amplio que estudie la realidad actual, el impacto de las nuevas tecnologías. Un Frente Amplio que lea esa sociedad. Quiero un Frente Amplio que recoja su historia para transformarla. Quiero un FA que sepa salir a hablar con la gente.

Creo que la sociedad ha cambiado muchísimo y que va a cambiar mucho más, y tenemos que ser muy conscientes de cómo la analizamos. Y tenemos que ser estudiosos, serios y más allá de enojos que puedan surgir, no perder el trino de que hay que seguir analizando.

¿En ese marco, qué perfil de dirigente le parece que sería el más adecuado para dirigir al Frente Amplio?

Debe tener capacidad de liderazgo, y ser resultado de un gran acuerdo, de un gran consenso que asegure que va a tener los apoyos políticos necesarios.

¿A usted le gustaría?

No sé en este escenario. Yo creo, tanto yo como Fuerza Renovadora, que tenemos que saldar este primer debate. Qué Frente queremos, porque la persona o las personas que asuman la presidencia tienen que ajustarse al resultado de este balance que estamos haciendo. Primero definamos en consenso, en acuerdo, para entonces decidir el perfil que nos parezca más adecuada. O de las personas que sean más adecuadas.

¿Cree el Frente Amplio pueda lograr ese consenso en la discusión?

Sí, creo que sí. El Frente Amplio va a llegar a un consenso, y si no llega a un consenso de nombre, tenemos la instancia democrática de que sean los frenteamplistas que se expresen. No hay que tenerle miedo a la democracia. La legitimidad de lo que emerja como dirección del Frente Amplio va a tener un respaldo mayor si es consecuente con lo que opinan los frenteamplistas que son lo que están día a día en el territorio, haciendo política y hablando con la gente.

Hablaba al comienzo sobre campaña política y el rol que había jugado con Argimón en esa contienda masculinizada, ¿cómo ve el rol de Argimón en el gobierno?

«Este último escándalo en ASSE es grotesco, no solo por estos 135 cargos, sino por la mentalidad que se expresa ahí».

Beatriz está tratando de mantener su escenario, que es el tema de los derechos de género, con una interna muy complicada en la coalición, donde también tiene una fuerte oposición en todos esos temas. Está tratando de cumplir un rol que no es fácil. Ser vicepresidenta no es fácil, sobre todo con una coalición que es eso, que se formó a los efectos de derrotar al Frente Amplio, y que no es una expresión partidaria como puede ser el FA. Tampoco tuvo demasiado tiempo para lucirse, porque es un régimen muy presidencialista. Muy centrado en la figura del presidente.

En Uruguay es muy difícil que un gobierno no sea presidencialista. ¿Cómo evalúa al gobierno?

Alguien me decía el otro día que los gobiernos de Tabaré y Mujica fueron muy presidencialistas, cosa que es verdad. También sé que es muy difícil querer gobernar un país y querer ser el portavoz de todo lo que sucede en el país, teniendo la delegación en los ministerios. Pasó con la pandemia y con algunos acuerdos políticos. Lo que más reprocho desde mi lugar es la falta de diálogo con la oposición. Está negando una oposición que no es una expresión pequeña de la sociedad, sino que es más de un cuarenta por ciento.

Decía que durante la campaña se había subestimado a la oposición. ¿También cree que se está subestimando al gobierno?

Creo que no. Estamos aprendiendo su ritmo. Estamos en una etapa de reacomodo, tiene una enorme capacidad de manejar la marcha atrás. Si analizamos todas las marchas atrás que se han dado en este primer año son muchas y muy grandes, y muchas colindan con cuestiones éticas. Este último escándalo en ASSE es grotesco, no solo por estos 135 cargos, sino por la mentalidad que se expresa ahí. Habla de otras cosas que son más graves que hacen a una concepción del majeo del poder que no debe ser el del Uruguay. Y no se resuelve solo con pedirle la renuncia.

En la misma situación coloco a Alfie, que ya designado como director de la OPP representa a la empresa Aratirí en contra del Uruguay y eso no obtuvo ningún costo. Ahora hay una exoneración que es casi caricaturesca y casi que no pasa nada, y se arregla con un retiro de la solicitud. ¡Es el director de OPP, es una figura relevante de la política económica! Me parece que hay mucha cosa bochornosa, pero reconozco que tienen mucha capacidad de dar marcha atrás. Con rapidez.

Con rapidez y comunicación. ¿Cómo evalúa la comunicación y la relación con los medios?

El rol que están jugando los medios es un rol de caja de resonancia de lo que hace el gobierno. Es muy fuerte. Están muy, muy blindados con la cuestión mediática. (El gobierno) maneja muy bien los medios y tiene una comunicación muy rápida y efectiva.

¿Cómo cree que va a salir la sociedad uruguaya de la pandemia?

Hoy diría que con mucha preocupación porque los contagios están aumentando, hay mucha gente en CTI, porque controlamos la primera ola muy bien, pero fuimos los últimos prácticamente en recibir las vacunas, eso es un impacto negativo. Creo que en general se fue por una línea de trabajo correcta, que debió haber tenido más énfasis. Hay una visión que no es multifactorial en las secuelas de la pandemia como es el tema del empobrecimiento de la sociedad en general y el impacto que las medidas económicas y el Presupuesto votado van a tener en este empobrecimiento.

«El rol que están jugando los medios es un rol de caja de resonancia de lo que hace el gobierno. Es muy fuerte. Están muy, muy blindados con la cuestión mediática»

Hay un empobrecimiento muy grande, que se va a vivir y que va a ser muy difícil de revertir.  Se siguen con las metas del 1 de marzo, de bajar el déficit, y los recortes se han hecho en áreas clave, que tienen que ver con las políticas sociales, que tienen que ver con la universidad de la republica que ha tenido un papel relevante en la pandemia. ¡Relevante! Dándonos autonomía e independencia con elaboración propia en nuestros laboratorios. Se considera que hubo una fiesta y se le rebaja a la ANII como se le rebajó. En ese sentido creo que ha habido una mirada muy mezquina con respecto a la inversión que tiene y puede hacer el país. No se resuelve con apoyar las ollas populares. Las ollas populares son una respuesta solidaria de la población, pero no se sostienen por más tiempo. Creo que la gente merece y tiene el derecho de poder hacer sus alimentos en forma digna, y no teniendo que a juntar fideos para una olla popular. No porque eso les haga perder la dignidad, sino porque no está bien que se considere una política pública a la solidaridad social. 

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