ALa semana pasada en Tribu Bar se llevó a cabo un encuentro de militantes socialistas para compartir reflexiones y argumentos sobre la reforma Vivir Sin Miedo, con un cierre musical a cargo del Combo Candombero.
La actividad comenzó con un cine-foro donde se proyectaron tres cortometrajes: Conditioned Response (Craig Atkinson y Laura Hartrick, EEUU, 2017), Merodeo (Fernando Restrelli, Argentina, 2016) y Rapaz (Felipe Galvéz, Chile, 2018), con la finalidad de hablar de la militarización de la seguridad pública, las detenciones arbitrarias por parte de la policía y la justicia por mano propia, entendiéndolos como «fenómenos propios del populismo punitivo» y luego hicieron uso de la palabra Carla de Mello (Juventud Socialista del Uruguay), Mariana Rodríguez (Articulación Nacional por el No a la Reforma) y Luis Eduardo Moras (Director del Instituto de Sociología Jurídica de la Facultad de Derecho – UDELAR).
Revista Martes consultó a los socialistas Sebastián Piñeyro y Tatiana Salerno sobre las razones por las que llaman a no poner la papeleta el próximo 27 de octubre. Aquí su respuesta:
«En estas elecciones nos jugamos dos modelos de país. El modelo de las transformaciones y los cambios, contra el modelo conservador y de retroceso. Pero además en estas elecciones se pone bajo consideración popular una reforma constitucional a la cual nos oponemos rotundamente.
Esta campaña para reformar la Constitución no es sino otro síntoma de populismo punitivo. Sabemos que el delito y el crimen son fenómenos complejos, que no solo no se solucionan, sino que se agravan con intentos simplistas como este tipo de iniciativas, impulsada por la expresión social y política del énfasis en el control y la sanción.
«El modelo de país que queremos es uno que incluya, que potencie a las personas, en lugar de reprimirlas y vulnerarlas aún más»
La experiencia internacional de México, Chile y Brasil nos indican que la criminalidad y la violencia ha aumentado con la militarización de sus cuerpos policiales. Y en cuanto a la cadena perpetua revisable, la propuesta se apoya simplemente en unos estereotipos de “infractor” o “delincuente” sobre el cual invariablemente recae el merecimiento de estar encerrado, en las peores condiciones y por el mayor tiempo posible. Por eso nos oponemos, porque entendemos que el Estado no puede excluir más a quienes ya están excluidos y excluidas. El modelo de país que queremos es uno que incluya, que potencie a las personas, en lugar de reprimirlas y vulnerarlas aún más. El Estado debe hacerse cargo, hacerse responsable como garante de los derechos de todos y todas.
«La propuesta se apoya simplemente en unos estereotipos de “infractor” o “delincuente” sobre el cual invariablemente recae el merecimiento de estar encerrado, en las peores condiciones y por el mayor tiempo posible»
Ante una reforma que pone en juego la libertad, los derechos y hasta la vida de los y las más jóvenes, de los y las más pobres, es un imperativo ético para nosotros y nosotras como socialistas alzar nuestra voz en contra de esta propuesta.
Creemos que esta reforma debe ser para la sociedad, y en particular para la izquierda, una invitación a repensar los conflictos sociales y la forma en que los gestionamos. Porque lo que está en juego son también dos modelos para gestionar los conflictos. Por un lado el modelo que apoya a la reforma, que intentará recurrir al control militarizado, a las sanciones penales severas y al conservadurismo. Y por otro lado, el modelo de quienes estamos en contra de la reforma, que apostamos a trabajar la raíz de los conflictos sociales estructurales.
«Creemos que esta reforma debe ser para la sociedad, y en particular para la izquierda, una invitación a repensar los conflictos sociales»
A diferencia de esta reforma, hay experiencias nacionales e internacionales que sí tienen un sustento empírico detrás y que cuentan con mayor probabilidad de reducir la violencia y la criminalidad en nuestra sociedad. Mencionamos solo algunos ejemplos. Vale la pena destacar la incorporación de Operadores y Operadoras Penitenciarias dentro de las Unidades de Internación para personas privadas de libertad, así como la implementación de programas de intervención basados en evidencia por parte del INR. La creación de la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado, y su Posada del Liberado. La formación que brinda INEFOP a las Personas Privadas de Libertad o personas liberadas del sistema penitenciario. Sabemos que hace falta un largo trayecto, con muchos desafíos por delante, pero entendemos que es ese el camino: el reconocimiento y el ejercicio de derechos humanos, y la implementación de política criminal basada en evidencia.