El secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República Nelson Villarreal habló con Revista Martes sobre los dilemas que enfrenta la democracia en Uruguay y en el mundo, en el marco de la celebración de la semana de la democracia.
¿Qué motivó la celebración de la semana de la democracia?
La democracia está siendo desafiada a nivel regional. La salida de la dictadura en América Latina y la caída del socialismo real instaló una visión muy estática de la idea de que la democracia liberal tenía determinadas características y así funcionaba y las tres condiciones que debía tener para garantizar la inclusión era la pluralidad política, la participación social efectiva y la distribución económica. Lo que se está notando es que la democracia a nivel político está teniendo grandes déficit para canalizar la participación de manera sustantiva, que el ciudadano pueda apropiarse de manera crítica de los procesos políticos, por el factor que ha comenzado a incidir determinante que son las nuevas tecnologías, las redes, donde el elemento sustantivo de la democracia que es construir veracidad para el ejercicio del poder comienza a hacerse difuso y hoy hablamos de una posverdad. Contra lo que primero se atenta es contra esta construcción de un discurso narrativo como constructora de una verdad política, que no es una verdad dogmática ni autoritaria, sino que es una verdad dialógica, que se construye en la pluralidad. Esa construcción de verdad se está viendo resquebrajada por la manipulación a la que se ve expuesta la dinámica política.
Las democracias no han dado respuesta a esa distribución económica
Eso es lo primero, estamos viviendo el peor momento de desigualdad a nivel global. La democracia no parece que podría contentar de manera sistemática, en la distribución de la economía, se va agrandando la fosa entre los que más acumulan y los que menos acumulan. Hay un fenómeno que se está produciendo en la economía en donde la acumulación es sumamente desigual y eso resquebraja el relato y la utopía de que la democracia puede ser el mejor lugar para la apropiación progresiva de la distribución de la riqueza. Por otro lado, está la dimensión social, en qué medida la democracia implica el imaginario de ser parte de una igualdad y de una sociedad más solidaria, también se resquebraja por un individualismo creciente donde la tecnología también impacta fuertemente.
Un abordaje de problematización podría ser la fragilidad de la democracia, que tendría que ver con que no contentó este imaginario. Cayó el socialismo real, cayeron las dictaduras y estamos en una linealidad de proceso democrático, a nivel global esto parece no contentar. Uruguay es una excepción. Instrumentos como el latinobarómetro están mostrando que la gente deja de creer en la democracia porque ni en lo político, ni en lo social, ni en lo económico está siendo efectiva.
Estamos en un dilema de visiones, la democracia que parecía ser una utopía en la que todos podíamos realizarnos no parece ser tal y entonces viene la idea de las distropías, donde en realidad el futuro será manipulado por redes, un futuro donde todos estarían estructurados, parece emerger como una tendencia más lineal a la que se preveía que podía trastocar a la conciencia crítica de una participación política de una distribución económica y una participación social.
«Estamos en un dilema de visiones, la democracia que parecía ser una utopía en la que todos podíamos realizarnos no parece ser tal»
Estamos en un conflicto en occidente, sobre la viabilidad de la democracia, teniendo en cuenta que oriente no ha transitado por la democracia, entonces tenemos una Rusia, una China, el mundo árabe que no tiene la misma percepción de la gestión de la política. Y Occidente que había reivindicado que las esferas de la economía, la democracia liberal terminaban enriqueciendo a la propia sociedad. Estamos en una democracia en recesión y quizás ante la eventualidad de un cambio de paradigma.
«Estamos en una democracia en recesión y quizás ante la eventualidad de un cambio de paradigma»
Yo soy de los que cree que no podemos quedar encerrados en la idea del ocaso, es necesario construir el principio de que el ser humano puede trastocar la linealidad y entonces la historia ya no es un mero hecho, ni un eterno retorno, es un espiral en el que en este momento estamos en el recodo más complicado, si va a primar que la política es la forma de resolver los conflictos o va a primera la violencia, que es lo que está emergiendo como forma de ejercer el relato de la política, de la práctica social.
Todo este diagnóstico que yo estoy dando , requiere un pienso, una capacidad crítica en la política y una participación activa de distintos actores para redefinir. Tenemos que inventar otro tipo de instrumentos que no sabemos cuáles son, en un mundo donde la globalización ha impactado en los estados nación, en el imaginario de la convivencia. Cómo se introduce el debate de la democracia en la agenda política, educativa y de los medios de comunicación.
En Uruguay, estamos viendo que la participación de los jóvenes en la política es desde un lugar muy distinto al que nosotros concebimos. Vemos que las marchas del 8 de marzo de las mujeres tiene una participación muy fuerte, la marcha de la diversidad, el 20 de mayo. Estamos viendo que vincularse con la política es algo distinto de como era antes.
¿Las organizaciones políticas no pueden ser vistas como obstáculos para que el pueblo acceda al poder?
La democracia no es solo participativa, sino que es representativa y por lo tanto hay organizaciones que mediatizan la participación para que exista deliberación. Esa mediatización que son los partidos políticos como centrales en las poliarquías que dice Robert Dahl es clave porque deberían ser las que tienen la visión integradora en la diversidad de posiciones, el problema es que se generan burocracias, autoreferencialidades que impiden ser el flujo de participación. Este es un dilema y un problema. Si las estructuras políticas necesariamente son obstáculo caeríamos en una posición, en la que dejamos que la participación sea directa, que es la democracia suiza, donde se votan en forma constante todas la deliberaciones que hay que tener.
«El problema es que se generan burocracias, autoreferencialidades que impiden ser el flujo de participación»
Es un poco lo que plantea el Partido Digital
Pero el Partido Digital no solo plantea una acción directa de participación sino que el medio tecnológico sería el más propicio para el demos y yo tengo una discrepancia. Creo que hay que comenzar a introducir mecanismos de participación digital, no me cabe la menor duda pero reducirlo solo al espacio digital Recordemos a Huxley y a Orwell. Los holandeses comenzaron ese proceso y volvieron para atrás, por una razón obvia podemos construir mecanismos muy racionales de participación en el ámbito virtual pero estos están en cuadrados en un que es manipulable. Los sistemas multifacéticos son los que aseguran mayor autonomía al ciudadano, el ciudadano no va a tener más autonomía por el simple hecho de hacer un click. Todos sabemos que las nuevas tecnologías quebraron el espacio y el tiempo, es un bite, un instante y en ese instante puede haber manipulación. El error del PD es creer que en ese bite estaría más democratizado y más transparentada la decisión y la voluntad popular, en realidad puede estar mucho más manipulada también. Los suizos tiene una participación más directa, pero en esa participación hay un demos que no pasa solo por lo virtual.
«El error del Partido Digital es creer que en ese bite estaría más democratizado y más transparentada la decisión y la voluntad popular»
Volviendo a la pregunta inicial sobre las organizaciones políticas, en Uruguay hay una gerontocracia muy fuerte en las estructuras políticas que ha logrado ir transitando un pasaje generacional, muy lentamente. No cabe la menor duda, que la partidocracia como partidos estructurados pueden ser un límite, por eso hay que ver otras dimensiones de la participación, como ser la participación de los jóvenes en temas específicos en los que se apropian del territorio y hacen política, o hacen política con el arte. Es necesario vincular formas nuevas de toma de decisiones de deliberación, donde ahí las nuevas tecnologías pueden aportar.
¿Cómo incide la fragmentación social en la representación? Se ha ido instalando la idea de que uno puede ser representado solo por otro con características similares, las mujeres por las mujeres, los jóvenes por los jóvenes.
El rol de la política como generadora de la pluralidad y la diversidad no tiene esa linealidad de la representación sectorial. No creo que en Uruguay esté dada la idea de que me puede representar solo el que es símil a mí. Mayoritariamente las mujeres que demandan participación de las mujeres, no necesariamente su representación está dada por mujeres. Hoy los cuatro candidatos son todos varones, y lo que las mujeres cuestionan es la paridad o la equidad, pero no el hecho de que alguien democráticamente terminó siendo elegido, no se niegan a la representación. Sí ha emergido la idea de que debe tomarse en cuenta esa pluralidad que expresaría de manera más clara la sensbilidad.
«El dilema es si pasamos de una homogeneidad a un reconocimiento de diversidad o pasamos de una homogeneidad a una fragmentación»
El dilema es si pasamos de una homogeneidad a un reconocimiento de diversidad o pasamos de una homogeneidad a una fragmentación. No estamos en Uruguay, en lo que respecta a participación política en una situación de fragmentación. Sí lo estamos en el ser social. El Uruguay integrado ha perdido vínculos entre la costa y los márgenes, ha perdido capacidad de comprensión de que el tema no es solamente la distribución económica y de los servicios públicos.
Acá el tema no pasa solo por universalizar la salud y la educación, sino que hay fenómenos subjetivos que están mostrando una alta fragmentación respecto a la identificación con el ser social, con una misma cultura. Necesitamos repensar la participación, que no es un relato o un discurso, sino que son nuevos mecanismos de intervención de la política pública, ahí es donde surge el concepto de derechos humanos para nosotros, como una construcción subjetiva de cambio cultural.