El mundo no es verdadero, pero es real, decía Fernando Pessoa, y esta es la historia de un mundo que no es verdadero pero es real. Es una historia de belleza, de tristezas y alegrías, de soledades y utopías, de recuerdos y olvidos, de libertades y prisiones, de amores y desamores, de amigos y enemigos, entre la guerra y la paz, entre la realidad y la ficción.
Es una historia de brujas, monstruos, ruiseñores, abejas, hormigas, poetas, barcos, telegrafistas, tontos, palomas, locos, sombras, semillas, colores y palabras. Es una historia de unos seres que vuelan y otros que se arrastran, de seres libres de amar y otros prohibidos por un dios castigador, de seres que buscan el horizonte del mar y otros que levantan muros. Una historia en la cuál se muere y se vive un poco durante la lectura.
Como en Aquelarre es el primer libro de las “Historias de Tierra Negra”, una saga que nos lleva por un mundo surrealista enfrentado al mundo real. Es un homenaje a la otredad, a los otros y a las otras: a las brujas, a los locos, a los tontos, a los monstruos, a los poetas, las que escriben al revés, los solos, los que hacen miel del vino, los que reinventan las formas del amor, las diferentes… los diferentes. Los otros y las otras en la construcción de otro mundo en Tierra Negra o en el Aquelarre Zugarramurdi… Los otros y las otras en un relato de tristezas y alegrías.
“Pero no hay una idealización de la otredad –asegura Lucas-, no se idealiza a los otros y a las otras, porque de la misma forma que existen otros y otras que buscan construir un mundo diferente en Tierra Negra, están también los otros y las otras que quieren destruir ese mundo. Tal vez, este primer libro, como la propia historia que será contada en varios libros, podría asumirse como un caos organizado. Todo lo que ocurre, incluso pareciendo caótico, es a propósito. El extremo del simbolismo, el lenguaje contradictorio entre el surrealismo y la realidad, la sinestesia como recurso para dar vida al surrealismo dentro de la realidad. Todo es a propósito y busca provocar un efecto de caos en el lector como espejo de la locura del mundo surrealista enfrentada a la cordura del mundo real. La locura como forma de resistencia en los dos mundos. La cordura como forma de sumisión en los dos mundos. Hay un pesimismo casi existencial en el mundo real y una esperanza sutil, muy leve en el mundo surrealista. Este primer libro, como los que vendrán después, pueden ser asumidos como poesía en prosa o pequeños cuentos que van hilvanado la historia de Tierra Negra. No sé. No tengo muy claro en que género se pueda encasillar. Es más, preferiría no reprimirlo y no reprimirme apresándolo en un género, porque sería la derrota de la locura y la victoria de la cordura. Entonces, sería un libro derrotado ya de antemano, y una historia derrota de antemano”.
El escritor ecuatoriano Abdón Ubidia señala que Como en Aquelarre es “una utopía de seres imaginarios que aún conservan poesía y sueños en sus almas mágicas. Un lugar impreciso, por fuerza propio de un sueño. (…) Al final comprobamos que aquello que empezó como un arte de la fuga, termina como un pequeño poema sinfónico que se precipita en un abismo de sombras”.