Con motivo del sesquicentenario del nacimiento de Amado Nervo es que en pocos días estará disponible en tiendas digitales, mi nuevo libro, el cual nos convoca a revivir la estancia del Gran Poeta de América, en nuestro país. Se trata de una novela biográfica. La cual tiene un completo capítulo de fotografías que dan testimonio de la importancia de la visita del vate azteca por nuestras tierras.

No fue casual el desembarco de Nervo en Montevideo, ya que nuestra capital era uno de los principales centros del modernismo para 1919 (prueba de ello es que también el Embajador de Perú en Uruguay, era el destacado poeta Belaunde), ese movimiento se caracterizó entre otras cosas por tener de manera muy marcada el refinamiento de la expresión y una sensibilidad abierta a diversas culturas, teniendo como asterisco principal a la renovación.
Tuvo como padre espiritual al Príncipe de las Letras, Rubén Darío, y su heredero principal fue Amado Nervo. A pesar de que el mexicano había llegado tarde a dicho movimiento, y que nuestro Herrera y Reissig se veía como un fuerte candidato para suceder de forma plena al nicaragüense. De todos modos Herrara y Reissig, junto a Leopoldo Lugones y R. Jaimes Freyre, son también considerados delfines de afamado Rubén Darío.
La muerte (en el Parque Hotel de Montevideo), de Amado Nervo fue una conmoción nacional (ocurrida el 24 de mayo de 1919), que hizo cimbrar al mundo intelectual y político de toda Iberoamérica. Alfonsina Storni, al momento de enterase de la triste noticia del viaje sin retorno de Nervo, escribió: ¿Lo queríais, musas, para vosotras solas?…Ya lo tenéis… Buscadle las pobres manos muertas, y los ojos sin vida, y los labios exangües.Ya lo tenéis, volubles; convertíos en siervas.
Se declaró duelo continental, nunca una personalidad tuvo una repatriación tan pomposa y popular como la que tuvo el traslado de los restos de Nervo, desde el puerto de Montevideo hasta su natal México.
Uruguay le dio tratamiento de Jefe de Estado y mientras se hacían los arreglos para conducir los restos mortales de Nervo hasta México, se decidió que su cuerpo quedara depositado en la cripta donde se encontraban los restos de José Artigas.
Fue conducido a México a través de un buque que fue tocando varios puertos de América Latina, en donde se le rendían homenajes del mismo nivel, finalmente llegó a México, vía Veracruz, en noviembre de 1919, financiado completamente por el Estado uruguayo.
Al partir el féretro del cementerio hasta el puerto de Montevideo, multitudes de personas le seguían a pie y desde los balcones le arrojaban flores.
Al momento de su fallecimiento nuestro querido Zorrilla de San Martín (gran amigo del poeta nayarita) a pedido de las autoridades uruguayas le realizó una máscara mortuoria, seguramente con el fin de realizar un busto realista. Lastimosamente eso nunca fue posible ya que la disposición de la capital uruguaya impedía dicha exposición pública hasta que pasaran 10 años de la defunción.
El mandato de Nervo como Embajador fue breve pero muy fructífero, llegó a impulsar un exhaustivo programa de cooperación académica en cuanto al fortalecimiento de programas de estudio, concretando que la UDELAR de Uruguay cooperara con la UNAM de su país. Por ese motivo es que el actual Embajador de México en Uruguay, lic. Victor Manuel Barceló, generosamente nos regaló el prólogo de la presente obra.
Todos esos detalles son los que se repasan en la nueva novela, llamada la Esperanza Fatigada, Editada por la Editorial Académica Española, en la cual se recuerda el amor de Nervo con la tía de Ernesto Che Guevara en Buenos Aires y tb. su romántica amistad con la madre de Horacio Ferrer durante su estancia en Montevideo, ciudad de la que él se confesó admirador, ya que sentía fascinación por la urbes situadas junto a un río.