«Si un candidato se muestra molesto, ofuscado, si baja la cabeza o si frunce el ceño, todo ese lenguaje postural es con lo que se queda la gente», dijo a Revista Martes el politólogo Antonio Cardarello.
El proyecto de ley para que los debates entre candidatos a presidentes sean obligatorios volvió a ser tratado en el ámbito parlamentario, esta vez con mayor chance de ser aprobado, luego que tanto Daniel Martínez como el nacionalista Luis Lacalle Pou expresaran públicamente su disposición a debatir en esta campaña electoral.
El proyecto-que fue presentado por el diputado Fernando Amado- está a estudio de la Comisión de Constitución y Códigos de la Cámara Baja y plantea el debate para la primera y segunda vuelta, dejando a la Corte Electoral la definición de en qué términos se dará.
Para lograr la aceptación del proyecto, Amado mantuvo una reunión con Lacalle Pou y Martínez a fines del año pasado, en la que resolvieron avanzar con la iniciativa.
Pero más allá del acuerdo, la utilidad de los debates como fuente de consulta y espacio para enriquecer la toma de decisiones, es algo más relativo.
En diálogo con Revista Martes, el politólogo Antonio Cardarello dijo que en su opinión los debates aportan y son instancias interesantes para el electorado, en las que las principales propuestas pueden enfrentarse y distinguirse.
Sin embargo, relativizó el impacto que pueden tener los argumentos de los debatientes sobre la teleaudiencia: “De acuerdo a lo que se ha estudiado en términos de comunicación política, en los debates televisivos importan muchas cosas más allá de los argumentos que propiamente vierten los candidatos, está la imagen, la postura, los gestos que muchas veces tienen más impacto”.

“Es muy poca la teleaudiencia que puede seguir la línea de argumentación de un debate, hay más una cosa de buscar un ganador y un perdedor, que es bastante natural y ahí importa mucho el cómo se dice. La postura, si un candidato se muestra molesto ofuscado, si baja la cabeza, si frunce el ceño, todo ese lenguaje postural es con lo que se queda la mayor parte de la gente que mira el debate”, agregó.
«La postura, si un candidato se muestra molesto ofuscado, si baja la cabeza, si frunce el ceño, todo ese lenguaje postural es con lo que se queda la mayor parte de la gente que mira el debate»
Cardarello señaló que los candidatos, al saber eso, se juegan mucho en los acuerdos previos al debate, dónde se realiza si los contendientes van a estar parados o sentados y ese tipo de cuestiones.
«Es muy poca la teleaudiencia que puede seguir la línea de argumentación de un debate, hay más una cosa de buscar un ganador y un perdedor»
El politólogo recordó el debate de 1994 entre Julio María Sanguinetti y Tabaré Vázquez: “Ahí todo el mundo se quedó con la última parte del debate, incluso el Foro Batllista después hizo un spot donde se veía a Sanguientti gesticulando muy vehementemente con el dedo y daba una imagen de que había ganado el debate porque estaba molestando a su contendor y eso muchas veces importa más que lo que se dice propiamente”.
“Por más que está bien que los argumentos se expresen y haya una instancia donde uno pueda comparar las propuestas, de acuerdo a los estudios que hay al respecto, lo que importa más es la apariencia, la gestualidad no quedarse callado, no quedarse sin responder una pregunta”, agregó.
Una de las claves es el formato que se elija para el debate, si participan varios candidatos o solo dos o si se trata de un único debate o una serie: “
«Lo que importa más es la apariencia, la gestualidad no quedarse callado, no quedarse sin responder una pregunta»
Si debaten los candidatos de todos los partidos en su conjunto es más difícil comparar entre propuestas y ahí importa más la agresividad o la forma de expresarse claramente y tratar de embretar a todos los candidatos. El que lleva todas las de perder en ese tipo de debates es el candidato del oficialismo porque es el que recibe críticas de todos los demás. Si es entre dos hay que ver cómo se elige. Si hay una serie de debates que se hacen dos o tres debates entre los principales candidatos, por lo general el que tiene más audiencia es el primero. Si un candidato es más fuerte en política económica va a tratar de lograr que ese sea el tema central del primer debate, porque sabe que va a tener mayor impacto”.
Consultado sobre la incidencia de los debates en la definición del voto, Cardarello respondió: “De acuerdo a lo que sabemos sobre Uruguay es muy poco el impacto que generan las campañas electorales, juegan un papel más de reforzamiento de las convicciones. Son pocos los electores que tienden a cambiar el voto por la influencia de la campaña y si a eso lo remitimos a los que cambian su intención de voto por un debate es más chico todavía. De todos modos, en una campaña que esté apretada o que se defina por poco margen, aunque sea una pequeña porción puede llegar a ser significativa.
Es muy poco el impacto que generan las campañas electorales, juegan un papel más de reforzamiento de las convicciones
Por su parte el diputado del Partido Nacional Pablo Abdala-que integra la comisión donde se discute el proyecto dijo a Revista Martes que en su opinión es positivo que se legisle en la materia, aunque aclaró que se trata de una opinión personal y no de una definición del partido.
“Probablemente tengamos trabajar mucho en la parte más instrumental pero el país debe retomar esa buena tradición que abandonó, es una instancia que permite ofrecerle al ciudadano más información a la hora de tomar la importante decisión de votar por un candidato o por otro”, señaló.
Para Abdala, en el debate “no solo se confrontan ideas, propuestas y planes de gobierno, sino que también se ponen a prueba los propios perfiles, temperamentos y personalidades de los candidatos. Cuando los ciudadanos votan, votan programas pero también votan personas y por lo tanto los debates ayudan al involucramiento de los ciudadanos en la cosa política y electoral”.
«No solo se confrontan ideas, propuestas y planes de gobierno, sino que también se ponen a prueba los propios perfiles, temperamentos y personalidades de los candidatos».
El diputado agregó que “en todos los países donde vale la pena mirarse, los países democráticos de occidentes, los debates presidenciales son una constante”. En esa línea Abdala lamentó que se interrumpieran los debates por parte de quienes “se consideran favoritos y prefieren no asumir riesgos”.